Suerte de columpio
el vaivén de tu cuerpo
suave oleaje que me arrastra
febril hacia una dualidad
sin tiempo
Y me quedo mirando absorta
el infinito gozo de tenerte.
Más ten piedad de este corazón
que porta enhiesto un crespón
como que sus alas casi muertas
abandonaron el vuelo de Fedón
¿Volver a encumbrase, sortear la marejada
del vértigo y de la pasión?
¿Volar hasta la cumbre del sortilegio
y envuelta en magma
fundirme con tu arpón?
Oh, hetaira, se inclemente
y que la impaciencia de tu furor
se vuelva en mis adentros
cascada virgen y ambrosía para tu creación.
miércoles, 29 de abril de 2009
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