miércoles, 29 de abril de 2009

ESCORPIÓN


Anoche, la luna bajo nuestra carne
nos masticaba extasiada,
su sola presencia iluminaba
todo el cielo, mientras caíamos
en el precipicio de los besos.

Tu nombre danzaba sobre la espuma
de mi recuerdo y sabía a savia
de antiguo río
El néctar de nuestra unión invisible
se posaba sobre mi sombra
tantas veces llorada.

Sobrevuela todavía el orgasmo
que se vació en cada cuerpo,
que junto a mí, anoche fuimos bebiendo
y el padre sol me despierta desesperada,
con la mordedura de la serpiente
como violando al remordimiento.

No basta vencer a la carne
para alcanzar a la fértil armonía,
no me bastan sus olores
sobre mi carne mancillada,
ni todos los líquidos que la luna
bebió anoche,
de nuestros cuerpos sin alma,
porque mi espíritu se había escapado
por una de las rendijas de tu pensamiento.

Ah ... tu nombre me sabía a húmedo
pétalo de floripondio. Y por la culpa
de tu nombre y de tu pelo, de tu silencio
misterioso y de tu boca casi lengua, casi agua, casi Venus,
me fui venciendo, hasta devorarme
con la luna, lo que me quedaba
de sentimiento.

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