Por: Vicente Quiroga
HASTA lo hondo es un bello poemario de Marina Azuela Herrera. Me lo hace llegar Ramón Fernández Beviá, gerente de este diario, porque la autora es amiga de su tía Maruja Beviá, aquella inolvidable locutora de Radio Nacional de España en Huelva, de voz entrañable, firme y hermosa que aún recordamos. Un día se nos fue a México y las ondas perdieron el sonido amigo y admirado de aterciopelado tono. Hoy esa amistad nos permite la lectura de este libro poético de Marina Azuela Herrera, cuyo apellido Azuela, nos trae otro recuerdo grato, el del gran novelista mexicano Arturo Azuela, que estuvo en Huelva en varias ocasiones en el Festival de Cine Iberoamericano, a quien tratamos con recíproca cordialidad tanto a él como a su encantadora esposa.
Sirva este introito para reseñar este dulce encuentro con la poesía de Marina Azuela Herrera, -presente hace unos días en Huelva como participante del Otoño Cultural Iberoamericano-, que nos motiva como a tantos para "perseguir el ideal de la palabra escrita como vocación". Poesía o misterio, como lo cita Otto Raúl González en su prólogo, para identificar a la poetisa y enmarcarla en los conceptos platónicos: "en la lucha que la humanidad ha sostenido diaria- mente y desde siempre para superarse a sí misma para alcanzar una vida mejor y compartir un mundo, una tierra, en donde to- dos los pobladores se vean con ojos de paz y de amor y donde haya desaparecido todo tipo de prejuicios económicos, sociales, po- líticos, raciales y religiosos".
La lectura de los poemas de Marina Azuela nos lleva hasta lo hondo, a lo más profundo de los sentimientos, de las sensaciones, de los conceptos más íntimos, de la abisal intensidad del alma: "Con tus ojos profundos/ azules como el misterio del cielo/ voy alumbrando al nuevo instante/ que me enseña/ gracias a ti/ el asombro divino/ de estar vi- va". Marina Azuela se dirige A un cronopio -también Julio Cortázar escribió Historias de cronopios y de famas(1962)- "para madurar este instante/ como una antigua broma" .
y no pueden faltar los Esqueletos, como una iconografía constante e inquietante en la tétrica tradición mexicana: "Hoy nos toca caminar sobre los huesos muertos/ inhalar el polvo que forman los esqueletos/ escuchar el silencio de todos los cementerios/ mirar convertido en pájaro/ a mil ancestros7porque hoy la vida me aprehende como un asalto”. Poemas de incertidumbre, de capitulación y de nostalgia<. <2ahora la soledad se me viene encima/ y no tiene cara de árbol”, de ilusiones florales: “Bugambilia, cuántos cuentos evocas/ ilusión de todas las alboradas”, de humanidad y desencuentros: “Presagios, vagos camaradas/ de la conciencia rota”.
En fin, poemas de noble inspiración, profunda interioridad y oníricas semblanzas:
“¿Cómo entender la vida si además en ella/ viven los sueño?” Y la luz como deslumbrante descubrimiento de Marina Azuela Herrera, poetisa a la que ya estimamos: “Y nació la luz,/ en la oscura caverna/ por tu voz, tu mirada y tus manos”.
martes, 2 de junio de 2009
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