martes, 2 de junio de 2009

AMALIA HERNÁNDEZ

El Baile es hoguera, erotismo que traduce movimientos estelares del cuerpo. Llamas primordiales que nos calientan desde los primeros acordes del tiempo. La palabra danza y por única vez guarda en el silencio, el adjetivo que pervierte. Porque la danza es palabra en movimiento, poesía hecha de sangre que de pronto, nos arranca lágrimas de un mar de muy adentro. "Tiembla la tierra: comienza el canto: Yo estoy de fiesta, soy ave preciosa, del agua fluorescente", reza el canto mexicano.
En el espacio áureo viene danzando una silueta. Ritmos indígenas, tap, danza contemporánea y regional, española y oriental. Viene volando una hojita de pirúl junto a ella y su baile se mezcla con las ondulaciones hierbabuenas del viento. Dice que vino a la tierra solamente a recordar los pasos sigilosos de nuestros abuelos. A traerle memoria al pueblo. Una tarde caminando por los alrededores de Tzin Tzun Tzan, Amalia Hernández, vio cómo el céfiro se contoneaba por una música que venía de muy lejos y cuando todas sus facultades se recogieron, en esa música concibió la danza. La vio con mirada vidente y penetró en los abismos del pasado y desde ese día tuvo la absoluta certeza de que su misión, era llevar aquella vibración de colibríes hasta el último rincón del mundo. En su paleta imaginaria mezcló el ritual con el esparcimiento. Un pasado cósmico se vistió de Venado. Luminosas "limpias" danzaron sobre la espalda del instante. El antiguo culto a Huehuetéotl arribó al Teatro. Y a todos los teatros del mundo. Formó su propia compañía y llevó a los cinco continentes "La Negra", nuestro verdadero himno y "el Jarabe Tapatío". La Sinfonía India de Chávez por vez primera fue bailada y el mismo Chávez escribió para Amalia El Ballet de la Pirámide. Silvestre Revueltas también le dio la partitura de "Los Mayas", para ser representada.
El Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández fundado por ella misma en el año de 1952 actuó frente a personalidades como Walt Disney, John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson, Mahatma Gandhi, La Reina Isabel 11, muchos presidentes de México y frente a los ojos anónimos de las delegaciones, pueblos y comunidades de todo el orbe.
En el Metropolitan Opera House, a los pies de la Esfinge de Gizeh, en el Felt Forum del Madison Square Garden, los ojos oyeron, los oídos bailaron la Danza de los quetzales, las Adelas, el Ballet Maya; los Concheros; la Danza de la Pluma, la Guelaguetza, la Danza del venado, la gran Tenochtitlán. El arte ha dejado de ser esotérico y suntuario, como refiere José Juan Tablada, y el teatro indígena que recorre las calles de México, por vez primera se sienta en los escenarios más caros del mundo.
Como maestra, Amalia Hernández fue tan severa como el viento que pasa ardiendo por el paso del látigo en fuga. Sus movimientos sacudían el polvo del miedo. Todas las niñas que bailamos un día, fuimos testigos de ello. Porque la mejor coreógrafa de México, la Emperatriz del tesoro mexicano del Folklore así tenía que ser. Logró conjugar en equilibrio supremo el cruzamiento de razas. Aquí se acabó la guerra. En la danza mestiza sus zapateados valencianos y sus palos de lluvia felizmente trazaron en el espacio la conjunción de los Dioses ancestrales mexicanos y españoles.
Enconadas polémicas despertó toda su vida Amalia, principalmente la crítica lapidaria se dirigía contra la forma de estetizar las danzas populares. ¿Cómo se atrevía una mujer a transformar un culto ritual en un teatro para divertir al espectador, asombrado frente a los maquillajes, las joyas, las máscaras y vestimentas riquísimas, que nada tenían que hacer con la relación mística del hombre en gratitud frente a la naturaleza? Se le criticó duramente hasta el hartazgo, porque decían, hacía de las danzas mexicanas una mixtificación. Algunos etnólogos consideraban que tales reconstrucciones, lo único que lograban era un estereotipo de lo que pudo haber sido, en realidad, la danza prehispánica y que llevada fuera de los lindes de la naturaleza a espacios cerrados, el efecto se viciaba y acababa por parecer una mercancía.
Imagino una gran montaña, en donde todos los hombres y mujeres vamos subiendo, pero aquellos que ascienden más rápido son alcanzados por piedras que deben sortear lanzadas desde abajo. Porque éstos, los más osados, le tapan la cara con su sombra a Dios. Claro que Dios se ríe y a veces, los ayuda a sortear los proyectiles y así un día los que van llegando se sientan a tomar la vid con Él y los hombres de abajo, entonces perdonan la valentía y al fin, los dejan descansar.
Amalia recorrió la República Mexicana investigando y filmando junto con antropólogos y etnólogos las diversas danzas. Absorbió la esencia, la fuerza y la dinámica y con un selecto equipo de profesionales, entre maquillistas, pintores, diseñadores de vestuario, compositores y bailarines logró hacer del Ballet, el más importante en su tipo, en el mundo. Tras bambalinas un río de artistas afinaron su oído para escuchar esa voz pausada, autoritaria, llena de fuego que les diera el primer dibujo de la batuta para comenzar. Y entonces todos los colores de México se montaron en el ritmo del tiempo.
Amalia Hernández nació un 19 de septiembre, día en que aun hoy todos temblamos. Estudió ballet contra todas las apuestas y logró que su padre, militar de carrera, accediera cuando apenas contaba con la edad de ocho años a construirle su propio estudio en casa. Posteriormente estudió con Gloria Campobello, con Waldeen y con los maestros Luis Felipe Obregón, Amado López y Encarnación López, la argentinita. Estudió teatro con Seki Sano y se especializó en arte mexicano con el maestro Miguel Covarrubias.
Pero preguntemos ahora a la estela que dejó Amalia en los diversos medios de comunicación:
¿Quién eras en vida?
"Yo soy espíritu y me mandaron a la tierra a hacer el Ballet. Yo les recomendaría llevar a los niños a los museos, porque aquí están los mejores del mundo, porque ahí está la vida, porqué ahí están los espíritus. No están muertos, lo que sucede es que no los dejan salir. Yo quisiera que todavía fuéramos Mayas todos. ¡Los extraño tanto!.
¿Qué es la danza?
"Es querer expresar profundamente, con todas las cualidades que uno tiene, tanto materiales, como intelectuales y anímicas algo, lo mejor posible, lo más perfecto".
¿Qué somos los mexicanos?
"Los Mexicanos ni somos inditos, ni somos prepotentes millonarios. Los indios tienen una fuerza que en conjunto es la fuerza que mueve a México, porque la fuerza es espiritual. México ha tenido una evolución. Ha tenido accidentes que han sido difíciles, pero México nunca ha caído, siempre ha estado ahí con esa fuerza telúrica con la que nadie jamás va a poder"
¿Si volvieras a nacer qué te gustaría ser?
"Arquitecta, me encanta el movimiento, pero estoy segura de que sería un peligro".
¿ Crees que el arte sea un sacrificio?
"Sí, porque tenemos un amor a la gente, al público, al arte. Porque si no tuviéramos ese instinto de querer dar algo, lo más perfecto que podamos, no nos sacrificaríamos".
¿Por qué dejaste de bailar?
"Sostener el éxito artístico es muy difícil, porque es un esfuerzo diario, de minuto a minuto. Dejé de bailar porque un día en un ensayo mi compañero de baile estuvo a punto de desangrarse con una cortada que se hizo accidentalmente. Afortunadamente llegamos a tiempo al hospital y se pudo salvar, pero yo no pude superarlo y dejé de bailar. Fue así como toda mi energía la volqué en la creación de la coreografía".
Nuestra historia se teje con los hilos de los sueños y Los Nueve Dioses de la noche conversaron contigo, ¿acaso es cierto?
"La muerte es parte del juego. Pero no es solamente un juego, es que el mexicano tiene mucha fe y sabe que el destino sí existe y que la muerte no existe... Un pueblo material sí cree en la muerte total".

El cuatro de noviembre del 2000 te fuiste a danzar a las praderas de tus dioses. Eres la mejor nube de la danza que pasa. Gracias Amalia.

2 comentarios: